¿Porqué Jesús Estaba Enojado? Un Mensaje Transformador
2 de diciembre, 2025
En un mundo que pinta a Jesús como un figura pasiva y siempre dulce, el librito ¿Por qué Jesús estaba enojado? de J. Vernon McGee, parte de la serie "A Través de la Biblia", revela la verdad bíblica: Cristo mostró una ira santa y apasionada contra el pecado. Este extracto clave del libro captura su esencia: "Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: 'Extiende tu mano'. Y él la extendió, y la mano fue restaurada sana" (Marcos 3:5). Aquí, Jesús entra en la sinagoga un día de reposo, ve a un hombre con la mano seca usado como trampa por fariseos indiferentes, y su enojo surge no por capricho, sino por la hipocresía que prioriza rituales sobre la misericordia. McGee enfatiza que este Jesús no era un "señor Milquetoast", sino Dios encarnado odiando el mal con intensidad.
La Ira Justa de Jesús en Acción
McGee desafía la imagen liberal de un Jesús neutral, pacifista como Gandhi, mostrando instancias bíblicas donde Cristo actúa con celo divino. Al inicio y fin de su ministerio, limpia el templo con un látigo de cuerdas, expulsando cambistas que profanaban la casa de Dios; los malhechores huyen ante su furia justa, no un farol vacío. Pronuncia ayes sobre Corazín y Betsaida por rechazar su mensaje (Lucas 10:13), llora por Jerusalén sabiendo su juicio en el 70 d.C., y arremete contra fariseos: "¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?" (Mateo 23:33). Esta ira no es carnal, sino un odio apasionado al pecado que lo lleva a sanar al oprimido pese a la trampa religiosa. Jesús, el Cordero manso, revela fuerza: obediente solo a su Padre, no a hombres.
Dios Enojado: Del Antiguo al Nuevo Testamento
El libro conecta esta ira con el carácter de Dios. En el Antiguo Testamento, Jehová se enoja más de cien veces contra el pecado, como con Salomón por apartarse con esposas idólatras (1 Reyes 11:9), dividiendo su reino sin violar el libre albedrío. Jesús, Dios en carne, hereda esta santidad: sin ella, no sería divino. McGee argumenta que la indiferencia al mal es antibíblica; Dios nunca compromete con el pecado, y Cristo lo demuestra en cada denuncia.
Llamado a los Creyentes: Enojaos, Pero No Pequéis
McGee extiende el desafío: "Airaos, pero no pequéis" (Efesios 4:26). Los cristianos deben odiar el mal como Cristo, no con rencor egoísta, sino con indignación moral. Ejemplos históricos como Gastón de Foix o Martín Lutero muestran carácter en amar lo bueno y aborrecer lo malo. En Corinto, Pablo celebra su "indignación" contra el pecado interno (2 Corintios 7:11). Hoy, en iglesias apóstatas, urge una "columna vertebral espiritual" contra la corrupción, no aquiescencia.
La Ira del Cordero y el Refugio en Cristo
Mirando al futuro, Apocalipsis 6:16-17 describe la "ira del Cordero" aterrorizando a reyes y ricos. Este Cordero gentil castiga el pecado, pero ofrece refugio en su cruz, donde tomó la ira divina por nosotros (Hebreos 10:31). "¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!" advierte McGee, urgiendo arrepentimiento.
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