Amado – Lección del amor #1

Una vez alguien le pidió al Dr. McGee que nombrara su canción favorita. "Demasiadas para mencionarlas", respondió. Pero en la lista de canciones que eventualmente mencionó, dijo que la Canción de Salomón, el libro del Antiguo Testamento, era una de las canciones más profundas y hermosas de la historia.

"En el Cantar de los Cantares aprendemos que si nos apartamos del mundo y ponemos nuestros afectos en Jesús, no podemos comprender la infinita preciosidad de su amor".

Este mes, después de terminar el libro de Eclesiastés (también escrito por Salomón) exploraremos el Cantar de los Cantares. A continuación, la primera lección.

Encuentra más en la descarga gratuita del librito "Amado: Lecciones de amor del Cantar de los Cantares".

El Dr. McGee sobre el amor de Dios para con nosotros

Cuando usted y yo nos miramos a nosotros mismos y a los demás en la iglesia, a menudo sólo vemos nuestros defectos. Pero usted sabe que cuando nuestro Señor nos mira hoy, nos ve totalmente hermosos. Él ve a Su iglesia, comprada con Su propia sangre. Nos ve a nosotros, la gente que Él ama, envueltos en Su manto de justicia.

Permítame llamar su atención a algo maravilloso escrito por el apóstol Pablo:

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Efesios 5: 25-27

Usted y yo no tenemos idea de cuánto ama Dios a Su iglesia. Al igual que los maridos deben tener cuidado al criticar a sus esposas, nosotros también debemos tener cuidado al criticar a la iglesia. Somos colectivamente la futura esposa de nuestro Señor, y Él dice que la iglesia es sin mancha ni arruga.

Inmediatamente oponemos a ese pensamiento, pensando "Él no debe conocerme, entonces, y ciertamente no debe conocerte". ¡Pero Él sí nos conoce! Amigo mío, Él no le ve como es.

Cuando usted vino a Él y confió en Él como Salvador, Él no sólo le perdonó sus pecados, sino que también le cubrió con Su manto inmaculado de justicia. Él le invita a estar en Su presencia.

Permítame presentarle una lección que podemos aprender del Cantar de los Cantares sobre el amor de Dios por su novia. Él dice,

Prendiste mi corazón… ¡Cuán hermosos son tus amores…! - Cantares 4: 9,10

Este pequeño libro es una hermosa metáfora del amor de Dios. Una de las imágenes es el amor de Jesús por su iglesia. Él es el novio aquí, hablando de la iglesia y de cada creyente, incluyéndole a usted y a mí. Porque Él nos limpia con Su sangre, tenemos el perdón de los pecados. “ A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” Él puede ahora ver a la Iglesia y decir: “Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha.” ¿Por qué lo puede decir? Porque Él nos ha limpiado, porque Él nos ama.

Pablo descubrió cuánto nos ama Dios, y eso le rompió el corazón. Antes de ser apóstol de Jesús, Pablo odiaba a Jesús y perseguía a la iglesia primitiva. Pablo se llamaba a sí mismo el más grande de los pecadores. En mi imaginación, lo veo de pie con los jefes de los sacerdotes en la cruz el día que Jesús murió, ridiculizándolo diciendo, “… si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.” (Mateo 27: 40).

Pero entonces llegó el día en el camino de Damasco en el que Pablo se encontró con Jesús de forma sobrenatural. Pablo descubrió entonces cuánto le amaba Jesucristo. Escúchelo mientras vuelve a revivir la Crucifixión:

• "[Él] me amó y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20). ¿Se puede pedirle que haga algo más para demostrar su amor?
• Juan dice: “ Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero." (1 Juan 4:19).
• Pedro dijo: " a quien amáis sin haberle visto…" (1 Pedro 1:8).

Dios se compadece del hombre que está casado con una esposa fría e indiferente. Pero, ¿qué pasa con Jesús, nuestro Salvador, que derrama Su amor y afecto sobre Su amada, pero que sólo es recibido por un montón de santos fríos e indiferentes, insensibles a Su amor?

Amigo mío, aprendamos una lección del amado novio. Hablemos de nuestro amor. Dígale a Jesús lo mucho que le ama. Avivemos el afecto de los demás por Cristo, hablándonos del amor de Dios.

A Él no le preocupa cuán ocupado está en la iglesia, en cuántos comités está, o si es miembro de la junta directiva. A Él no le importa lo activo que sea en el servicio cristiano. Ni siquiera le importa si es un predicador. Pero a Él le gustaría saber si usted lo ama o no.

La verdadera prueba de su vida cristiana no es la fe. Esa es la forma en que ha sido salvo. Tampoco es su servicio, su sacrificio, ni sus dones.

La verdadera prueba de su vida cristiana es su amor por Jesús.

¿Lo ama? ¿Por qué no se lo dice ahora mismo?