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En busca del tesoro

Por J. Vernon McGee
05 de noviembre 2022

Mucha gente dice que hay que tener un coeficiente intelectual muy alto para entender la Palabra de Dios. Bueno, amigos, Dios nunca dijo eso. Él sí deja claro en el libro de Proverbios que, si usted va a conocer la voluntad y la Palabra de Dios, tiene que estudiar. No puede simplemente recoger margaritas a lo largo de la carretera de la vida; debes aplicar tu corazón para ganar sabiduría y, por lo tanto, tiene que estudiar la Palabra de Dios.

Demasiados cristianos han sido educados para pensar que la lectura devocional es todo lo que necesitan de la Biblia. Leen algunos versículos antes de acostarse, y luego ponen la Biblia bajo su almohada. Pero al final del día, son tan ignorantes de la Biblia como una cabra pastando en una ladera. ¿Por qué? Porque esa no es la forma en que se aprende la Palabra de Dios.

La forma de aprender la Palabra de Dios es entrarse en ella. Lea Proverbios 2:1-5. La atesoras y pones en práctica. Inclinas el oído y el corazón. Clamas por ella. Alzas la voz. La buscas como la plata, como un tesoro escondido. Cuando persigues la Palabra de Dios de esta forma, tenga seguridad que aprenderá algo. Va a entender lo que es el temor del Señor, y va a descubrir quién es Dios y lo que le agrada.

la sabiduría bíblica nos habla al corazón. la sabiduría es el amor por vivir correctamente.

Dios dice que no hay manera abracadabra de aprender la Palabra de Dios. No hay una manera piadosa de aprenderla. No hay sustituto para simplemente escudriñarla, y realmente no debe tener un coeficiente intelectual. ¿Por qué?

Porque Dios le dará sabiduría. Lea Proverbios 2:6. Si quiere sabiduría, pídasela a Él. El Espíritu Santo está aquí hoy para ser nuestro maestro. Cuando escuché eso como un joven cristiano, me emocionó. ¡El Espíritu de Dios me abriría estas cosas! (Lea 1 Corintios 2:9, 10.) Usted sabe, esa es

la razón por la que hay algunas personas que no tienen un doctorado, pero tienen un conocimiento de la Palabra de Dios que otros no tienen.

Cuando yo era joven, estaba ansioso por buscar la Palabra de Dios. Era un joven ministro y soltero, así que tenía tiempo para dedicarme a ella. Un programa de radio local nos cedió el espacio de las 6 de la mañana a un grupo de nosotros, todos ministros jóvenes, pero nadie, excepto yo, quería enseñar a esa hora. Pero yo sí quería aceptarlo. Para ser franco, traté de enseñar la Palabra de Dios, pero nadie parecía estar interesado en ella, excepto una persona.

el Señor da la sabiduría

Era una ancianita que pasaba por mi iglesia todas las mañanas de camino al autobús. A veces yo estaba en el tablón de anuncios, cambiando el tema, y ella pasaba. Decía: "Sr. McGee, le escuché esta mañana". Siempre me hacía sentir bien saber que alguien me escuchaba.

Ella a menudo decía, "Sabes lo que dijiste...", y entonces discutíamos la Palabra de Dios. Aprendí mucho de ella; tenía un verdadero discernimiento espiritual. Me dijo que sólo había terminado la escuela primaria, pero estoy aquí para decirles que esa maravillosa cristiana sabía más teología que el cristiano promedio de cualquier iglesia de esa ciudad. Ella realmente sabía cómo discutir la Palabra de Dios.

¿Sabes cómo lo aprendió? "¡El Señor da la sabiduría!" Ella me mostró su Biblia un día, y nunca he visto una Biblia que estuviera más desgastada como la de ella. Ella la usaba. La leía. La entendía. ¿Por qué? Estaba dispuesta para que el Espíritu de Dios le enseñara.

“Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere grata a tu alma, la discreción te guardará; te preservará la inteligencia, para librarte del mal camino,” … (Proverbios 2:10-12a)

Estoy encantado por las muchas personas que quieren estudiar la Biblia con nosotros en el Autobús Bíblico. Seré sincero, había llegado a la conclusión de que no había mucha gente que realmente quisiera estudiar la Palabra de Dios. ¡Pero ustedes me demuestran que estoy equivocado! Me siento honrado de estar con un coro de cristianos que creen que Dios quiere enseñarnos hoy.

Es una de las mayores motivaciones de mi ministerio. Y, francamente, ¡Él me está enseñando a mí también! ¡Oh, qué maravilloso es! Me siento como si todavía estuviera en la escuela primaria cuando se trata de entender la profundidad de las riquezas de la sabiduría y el conocimiento de Dios.

¡Continuemos nuestra búsqueda del tesoro!

CONSIDÉRELO

Reto:
Lea un capítulo de Proverbios cada día del mes, según la fecha del día (es decir, el 10 del mes, lea Proverbios 10, etc.). Escoja un versículo para meditar durante el día, tal vez memorícelo y aplíquelo durante su jornada. Haga lo mismo mañana y el día siguiente, hasta que la sabiduría sea un hábito que marque su camino con Dios.

Intente esto:
Mientras lee un proverbio cada día del mes, cuando vea la palabra "sabiduría" léala como "Jesús" en su lugar. Descubra cómo se ve el seguir a Jesús en las decisiones diarias.

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