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Deuteronomio "Segunda ley"

Por Radio Trans Mundial
Deuteronomio

SEGUNDA LEY

Al llegar al libro de Deuteronomio, debemos recordarle que éste es el último libro del Pentateuco. Los primeros cinco libros de la Biblia fueron escritos por Moisés y constituyen el Pentateuco. Estos libros son los siguientes: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio.

La palabra “Deutero” significa dos o segundo, y “nomion” es la ley. Por tanto, la palabra Deuteronomio significa la segunda ley. No hemos de inferir que es una repetición de la ley, como fue dada a Moisés en el monte Sinaí. Esto es más que una repetición. Es otro ejemplo de la ley de repetición, como ya la hemos visto en la Escritura.

El Espíritu de Dios tiene su método de decir algo en forma de bosquejo, y luego vuelve y pone énfasis sobre una porción notable de lo que ha dicho. Este es un método de énfasis. Es el método que Dios usa para llamar nuestra atención particular al respecto. Las leyes específicas que necesitaban énfasis, se repiten y son tratadas detalladamente. (Por ejemplo, encontramos los Diez Mandamientos en el capítulo 5). Así pues, Deuteronomio es un comentario sobre la ley mosaica.

CONOCIMIENTO ÍNTIMO


Moisés es el autor del Deuteronomio - Moisés, el hombre que conoció a Dios, y con el cual Dios habló cara a cara. Los hijos de Israel vieron las obras de Dios, pero no le conocían a Él. Moisés sí conoció Sus caminos. “Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras.” Nos dice el Salmo 103:7. Deuteronomio es el resultado de este conocimiento íntimo, además de la experiencia de los 40 años en el desierto.

AMOR Y OBEDIENCIA


El tema de este libro es el amor y la obediencia. Es posible que les venga como sorpresa a algunos, pensar que el amor existía en aquel entonces. Este libro enseña al hombre a amar y a obedecer a Dios. Habla acerca del amor y la obediencia en muchos versículos.

La palabra “amor” aparece 22 veces, y “obedecer” aparece 10 veces. El móvil de la obediencia es el amor. El Señor Jesús no trataba de enseñar algo nuevecito. Estaba enseñando una verdad eterna. “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15) El amor del hombre para Dios es el móvil de su obediencia. Este no es el evangelio, pero su gran principio se halla aquí. Esto nos ayudará a conseguir una perspectiva justa de la ley. Entendamos una cosa: ¡La ley es buena!

Alguien dirá que en las transmisiones ponemos tanto énfasis en el hecho de que somos salvos por la gracia. No podemos ser salvos por la ley. Nosotros sí ponemos énfasis sobre aquello, y nuevamente insistimos en ello. Dios no puede salvarnos por la ley. ¿Cómo podemos decir entonces que la ley es buena? ¡La ley es buena! La dificultad queda con usted y con cada uno de nosotros. Allí es donde se halla la dificultad.

UNA NUEVA GENERACIÓN


Deuteronomio es el libro de experiencia y obediencia. Se ha añadido algo nuevo. Es la ley interpretada a la luz de 38 años de experiencia en el desierto. Dios les dio la ley en el monte Sinaí. ¿Cómo les fue con ella? Bueno, han tenido 39 años de experiencia y han surgido nuevos problemas. Estos problemas no fueron abarcados específicamente por la ley.

Vimos desde nuestro estudio del libro de Números, que las hijas de Zelofehad habían llegado a Moisés y le habían dicho que su padre no tenía hijos varones vivos. Toda la familia consistía de cinco muchachas. La ley dice que un hijo varón es quien debía heredar la tierra, y por tanto le preguntaron si ellas tendrían derecho de herencia, o si la tierra dejaría de ser de la familia de su padre y así vendría a ser perdida para ellas. Por tanto, tuvo que haber una interpretación de la ley, y la interpretación fue que las mujeres, las que eran herederas, debían heredar la tierra justamente como los hombres.

Ahora, una nueva generación se había levantado y era poco conocedora de las experiencias del monte Sinaí. Necesitaban dirigir su atención a la ley e interpretarla a la luz de 38 años de experiencia. Vamos a hallar un énfasis especial en este libro. Dios manda a Su pueblo que debe enseñar constantemente la ley a sus hijos.

Nos preguntamos si hoy en día, no es ese ¿el gran descuido en el hogar? Hablamos del fracaso de las escuelas y del fracaso de la Iglesia. Estamos de acuerdo que ambas fallan miserablemente en educar a nuestros niños y niñas. Por alguna razón hoy en día, tenemos la idea de que si tan sólo pudiéramos cambiar nuestros métodos y probar alguna técnica nueva, quizás tendríamos éxito. Pero como todos bien sabemos, no tenemos éxito. Los hombres han probado todo, pero nada es eficaz. ¿Cuál entonces es el problema? El problema se halla en el hogar. Estas cosas debían haberse enseñado en el hogar.

Ahora, una nueva generación se ha levantado en Israel, y Moisés les enseñará la ley. Esto no es simplemente una repetición fastidiosa de la ley. Es la ley a la luz de 38 años de experiencia.

- J. Vernon McGee
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