Jesús en el libro de Génesis

En el principio, Dios creó los cielos y la tierra… Entonces Dios dijo: “Haya luz”; y hubo luz. —Génesis 1:1, 3
No podemos decir demasiado sobre Jesús, y nunca en esta vida podremos comprenderlo en todo su asombro y en toda su gloria. Pero pensemos en Él ahora en una nueva luz.
Piensa hacia atrás, tan atrás como nuestra imaginación nos lo permita, hasta el mismo comienzo de la creación, y Jesús está allí. Jesús no solo se presentó en el planeta como un bebé en Belén. Él, quien nunca fue creado, hizo la creación.
“…todas las cosas fueron creadas por medio de Él y para Él.” —Colosenses 1:16
Jesús, quien calmó el mar tormentoso, creó esas profundidades y todo lo que hay en ellas. Es natural entonces que la naturaleza reconociera y obedeciera Su voz.
Jesús, mirando hacia arriba, a la alfombra de estrellas sobre el campo galileo, recordaba cuando formó esos planetas y les asignó sus lugares en la galaxia. Quizás incluso les puso nombres.
Y no solo creó Jesús todas las cosas, sino que también las sostiene.
Su poder creativo alcanza desde las moléculas microscópicas hasta la expansión del universo.
Él lo sostiene todo. El universo estaría vacío sin Él. Su aliento llena nuestros pulmones.
¿Quién crees que se reunía con Adán y Eva en el Jardín del Edén? Fue Jesús —preencarnado—, la palabra que describe a Jesús antes de Belén. Jesús, la plenitud de la Deidad en un cuerpo (Colosenses 2:9), se adentró en Su creación.
Echa un vistazo más cercano a la primera vez que nos encontramos con “la imagen del Dios invisible”. Está aquí: Jesús, caminando en el Jardín del Edén en la frescura del día, vino “buscando” a Adán y Eva después de que pecaron, buscando a aquellos que se habían perdido.
Lucas 19:10 nos dice que Jesús mismo dijo que su propósito era “buscar y salvar lo que se había perdido”. El plan de Dios para la creación no se había desordenado por la estrategia de Satanás ni por la elección pecaminosa de la humanidad. Jesús ya había planeado redimir ese momento y la espiral de pecado que siguió desde entonces hasta ahora.
¿Cómo? Jesús, Creador y Sustentador del universo, es también el Cordero de Dios, sacrificado antes de la fundación del mundo, para redimir a la gente que Él creó y ama. Así fue como lo planeó, incluso antes de “En el principio”.
Vaya más profundo
Hoy, haz un esfuerzo para apreciar el milagro de la creación que te rodea. Mira a tu alrededor y admira Su creación —una flor, un árbol, el amanecer o el cielo nocturno. Agradece a Jesús por Su obra y dale gloria por Su creación. Llena tu mente con la hermosura de Cristo y comenzarás a ver su reflejo en todo lo que es digno de alabanza.