La mayor cuestión de la vida y la respuesta de Dios ¿Por qué permite Dios el mal?

¿Por qué? ¿No es esta fundamentalmente la cuestión de la raza humana?
El libro más antiguo de la Biblia probablemente es el libro de Job. La pregunta que Job y sus amigos pasaron la mayoría del tiempo haciendo a través del libro era:
¿Por qué permitió Dios que el mal le sobreviniera? ¿Por qué?
Mucha gente hoy se pregunta por qué Dios no interviene y hace algo en cuanto al mal en el mundo. Esta es la cuestión que es básica a todas las cuestiones de hoy. Si no es la cuestión de Ud., ciertamente es la mía. La cuestión de Habacuc era precisamente esa:
¿Por qué permitió Dios al mal manifestarse y correr desenfrenadamente en la nación de Israel? ¿Por qué permite Dios el mal? ¿Por qué permitiría un Dios santo, misericordioso y bueno que estas cosas tomen lugar?
Hoy muchos cristianos, o los que profesan ser cristianos, pierden su fe porque Dios no les da todas las respuestas. Habacuc no perdió su fe. Él dijo: “No tengo la respuesta, pero voy a mi torre donde puedo ver y esperaré por ella. Estoy confiado que Dios tiene la respuesta, y Él me reprobará.”
Ahora permítame poner esto en nuestro nivel. No nos toca a Ud. ni a mí cuestionar a Dios. Hemos de creer a Dios y confiar en Él. Es casi blasfemia para una criatura acá abajo, especialmente un hijo de Dios, mirar hacia arriba y preguntar “¿Por qué?” En esencia, Dios nos dice:
“No te voy a dar las respuestas. Te estoy pidiendo que confíes en Mí y que camines conmigo por fe.”
Ud. y yo ponemos nuestra voluntad contra la voluntad de Dios cuando cuestionamos lo que Él hace.
Suponga que Ud. vive en el día de Miguel Ángelo, y un día Ud. va a visitarle en su estudio. Él dice: “Tengo algo que quiero mostrarle,” y le lleva y le muestra una enorme roca sucia. Ud. dice: “¿Por qué trajo Ud. ese pedazo de roca sucia a su estudio?” Él dice: “Bueno, tengo en mente un ideal"...
El Espíritu Santo está en el mundo, y Él es el escultor - para que, por el Espíritu, pudiéramos ser conformados a la imagen de Cristo. Él tiene el ideal en Su mente, Él sabe lo que quiere hacer con nosotros. Él usa el cincel de la disciplina, el cincel de nuestras circunstancias, y el cincel del sufrimiento para cavar hondo, porque estamos sucios, rudos, fríos, como roca dura que no cede – duro como el diamante. Pero Él no se da por vencido. Él toma Su cincel y, usando el martillo de la Palabra de Dios, Él empieza a obrar.
Basado en un sermón del Doctor McGee, el librito titulado La mayor cuestión de la vida y la respuesta de Dios considera esta pregunta específica que tenía Habacuc como cabía en la situación local de su día.
Descarga el librito en: www.atravesdelabiblia.org/libritos o llama al 1-800-880-5339 o (919) 460-3797 para solicitar una copia gratuita. (Envíos solo a direcciones en los Estados Unidos)